lunes, abril 30, 2007

El Azul, la desidia



El dolor es azul. Frio dolor, interno pesar que se concentra y se agarrota cuan invierno a los viejos huesos. La azulada dejadez que lucha por escapar y tornarse en la roja y violenta ira, pero no es roja sino azul. No se expone sino se guarda. La acción que no conlleva reacción sino una concentración del más obtuso color. La desidia surge y llama, sabedora de que es su momento. Dulces palabras de soledad y angustiosa claridad susurran en el oido. Pero el rojo torna el azul de un violaceo inestable, explosión de sentimientos o retracción de pensamientos.

El futuro parece ya lejano y esperas el pasado con el anhelo de tiempos que deseabas futuros. Lo lejano te apetece más cercano, pero lejos de atraerte, te repugna de igual lado. Lo importante es el azul, que no curse su camino del morado al rojo. Se concentre el azul y una vez concentrado cambie a la claridad del blanco, de la anda y desaparezca. Pero no con el azul. Él se queda y te aturde. Habla de morados y rojos, pero siempre se queda azul.

El frio se concentra y el punto de ebullición es el azul más oscuro. La claridad de la razón es tapada por la oscuridad de la ignomia. La demencia se alía con la desidia y mantienen al azul en su posición de dominancia. Bendito el azul por no tornarse en carmesí. ¿Su final? El reposo y descanso. No habría marcha atras, solo una gran mancha azulada. Pero la tinta de los sueños tiende diluir los colores más puros y allí donde sólo habia dolor, no quedará ningun recuerdo... si la desidia no vierte de nuevo su color azulado en la paleta de los colores de nuestra conciencia.

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