viernes, junio 01, 2012

Islandia 6 de Septiembre 2011: Husavik, Jökulsárgljúfur, Ásbyrgi y Hljóðarklettar

Este día tocaba Husavik y sus ballenas. Digo tocaba porque solo pudimos ver 1 lomo de ballena y 4 de delfín. La excursión puede ser la turistada… pero hay que hacerla por si acaso. Nada más sacar las entradas, las amables chicas de la taquilla nos dijeron que hacía días que no se veían ballenas (ya lo había podido decir antes).
En Husavik operan 2 compañías, una al lado de la otra y solo se diferencia en el bollo que te dan con el chocolate caliente. Por lo tanto da igual escoger una u otra. Nosotros tuvimos suerte cogiendo North Sailing porque salía 15 minutos después que el otro barco y si había animales nos los podían indicar. Lo primero que haces en el barco es ponerte un mono enorme para que no te cales y no pases frío. Después de eso estuvimos casi hora y media sin ver ningún bicho. Ya cuando tenía poca esperanza, el guía dijo su frase preferida “one o’clock”, había unos delfines moteados blancos (Lagenorhynchus albirostris, White beaked dolphin) que nos dedicamos a perseguir para que los turistas ansiosos pudiésemos ver algo y rentabilizar los más de 50 euros de la excursión. La siguiente media hora nos dedicamos a perseguir dos familias de delfines que como podían se intentaban escapar de nosotros. Les vimos el lomo unas cuantas veces hasta que desaparecieron y emprendimos vuelta al puerto. Después nos dieron el chocolate con el bollo, que al estar caliente entraba bien, pero nos sentíamos un poco engañados porque íbamos a ser el 5% que no ven ballenas (¿o el ver un delfín cuenta como avistamiento?). En esto que casi llegando oímos voces señalando atrás y llamando al capitán. Alguno pensamos “hombre al agua”… que con ese mono enorme si que hubiera sido un problema. Pero no, era una ballena (Balaenoptera acutorostrata, Minke whale) de unos 12 metros que claramente hostigamos para poder verla el lomo un par de veces. Y voila, ya estábamos dentro del 95% de éxito de avistamiento que reza la publicidad. En este barco también avistamos a algunos compañeros de viaje, el gordo yanqui y su novia (“si es un barco o turistada me monto”), los lufos mudos y los pijos de Majadahonda (que también eran muditos). Ya no veríamos más al Guty alemán y su amigo el calvo, pero habíamos encontrado a otros fans de los hostels. Después del avistamiento de ballenas, fuimos a coger nuestras cabañas (KALDBAKS - KOT) que estaban a la entrada de Husavik. Un lugar pequeñito pero acogedor, donde nos esperaba el dueño que nos chapurreaba palabras en español (“Maestro”, “Perfecto”… como se nota que les gusta el sol de Andalucía a estos guiris). Nos dijo que tenía unas cubas con agua termal, que tenían nuestro nombre para por la tarde (como nos dijo, voy a tirar el agua mañana asi que si queréis meteros…). En la cabaña nos preparamos unos bocatas de atún con tomate y comimos tranquilamente. Por la tarde teníamos que ir al parque nacional de Jökulsárgljúfur.
Está situado en el norte de Islandia, alrededor del río Jökulsá á Fjöllum. La traducción literal de Jökulsárgljúfur es “Cañón del río Glaciar”. Tiene una superficie de 150 km² y una longitud de 35 km a lo largo de la costa occidental del río glaciar Jokulsa. Forma parte del parque nacional Vatnajokull. Es fascinante debido a su caótico cañón y a sus montañas volcánicas. Los cañones del río tienen alrededor de 25 km de largo y se parecen a los grandes cañones de Arizona. Hace unos 8000 años un volcán entró en erupción violentamente justo debajo del río, lo que causó poderosas explosiones por la combinación del fuego, los gases y el agua. Las montañas alrededor del río fueron devastadas, por lo que sólo quedan en la actualidad ruinas mezcladas con formaciones volcánicas. También es especialmente significativo el cañón Ásbyrgi al norte del parque, con forma de herradura. Mide 1 km de ancho por 3 de largo. Su entrada está dividida por una meseta llamada Eyjan ("la isla") y las paredes de los acantilados miden por lo menos 100 metros de alto. Al fondo de Ásbyrgi hay un pequeño lago. Una leyenda cuenta que este lugar se formó cuando Sleipnir, el caballo de Oðin, pisó con uno de sus pies la tierra. Los científicos mantienen que la formación del enorme cañón se debe a una inundación relativamente reciente causada por una erupción bajo el glaciar Vatnajökull y el consiguiente deshielo.
En el centro del parque se encuentra Hljóðarklettar (roca de ecos), Es un conjunto de formaciones volcánicas de hace unos 8.000 años. Se encuentra a 8 km al sur de la desembocadura del cañón Jökulsárgljúfur. Esta lleno de formaciones basálticas de formas hexagonales muy espectaculares. La verdad que es un paseo muy agradable aunque no encontramos ninguna cueva de eco (aunque si la espectacular “Iglesia” y unas rocas que parecían mamuts).
De vuelta a nuestra cabaña, vimos que había bichos dando saltos donde habíamos estado con el barco por la mañana, así que cogimos unos primaticos y corrimos a verlos. Eran delfines… qué lastima. Nosotros que esperábamos ver ballenas. De esta manera regresamos a la cabaña y nos dimos un baño en las cubas de agua termal (estaba sucilla el agua… normal que las fuera a cambiar) pero nada que se pudiera comparar con la poza en la que habíamos estado el día anterior. Luego mientras nos duchábamos, nos dimos cuenta por qué Islandia puede ser tan independiente, energéticamente hablando. El Agua caliente la sacan de la actividad volcánica (huele a huevo cocido ligeramente podrido que por suerte no se impregna en la piel) y el agua fría lo sacan del glaciar. Con lo que los problemas de calefacción los tienen resueltos. Y de refrigeración no los hay porque ese día nos hizo unos 4 o 5 grados. Además se revolvió un poco el tiempo, lo que unido a que no cerramos, las ventanas hizo que spiderman y sus colegas se metiesen a dormir con nosotros (unos dormimos mejor que otros). Al día siguiente íbamos a ver los fiordos del Este (que si has visto los del Oeste y no hay frailecillos, no son tan impactantes).

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