Este día era para ver todo lo principal,
excepto Reykjavik, que nos quedaba por ver en
Islandia. Volveríamos a dormir a Hella, así que no íbamos como sherpas con las
maletas al hombro.
Lo primero que
vimos ese día fue Seljalandsfoss, una de las cascadas más famosas. Está entre Hella
y Skógafoss, al lado de la Ring Road en camino a Þórsmörk (tiene un parking
grande y se ve desde la carretera). Es una cascada del rio Seljalandsá con caída
de 60m y lo característico es que permite verse por detrás. La tradición es que
los enamorados den una vuelta por detrás agarrados de la mano. Es una cascada
delicada, que parece que no lleva mucha agua, pero la realidad es bien distinta
y vista por detrás también es una preciosidad.
Siguiendo la Ring
Road continuamos unos kilómetros para llegar a la siguiente cascada espectacular:
Skogarfoss. Es una de las cascadas más grande del país con una anchura de 25
metros y una caída de 60 metros. Situada en los acantilados del litoral que ha
retrocedido hacia el mar (hoy está a una distancia de alrededor de 5 km desde
Skógar), los anteriores acantilados marinos permanecieron, paralelos a la costa
a lo largo de cientos de kilómetros, creando junto con algunas montañas una
frontera clara entre las tierras bajas costeras y las Tierras altas de
Islandia. Debido a la cantidad de espuma que produce constantemente la cascada,
un arco iris simple o doble es normalmente visible en los días soleados. Según
la leyenda, el primer colono vikingo en la zona, Þrasi Þórólfsson, enterró un
tesoro en una caverna detrás de la cascada.
En el lado oriental
de la cascada, un sendero para trekking lleva hasta el paso Fimmvörðuháls entre
los glaciares Eyjafjallajökull y Mýrdalsjökull. Baja a Þórsmörk en el otro lado
y sigue como la famosa Laugavegur a Landmannalaugar. Se puede subir por una
escalerilla que hay a la derecha de la cascada (tomárselo con calma que es muy
alta) y desde la parte de arriba, cruzando una valla por unas escalerillas de
madera para cruzar las vallas, empieza la ruta que va a Þórsmörk y
Landmannalaugar.
Después de mojarnos
al acercarnos y la caminata hasta arriba para contemplar mejor este fenómeno de
la naturaleza, nos dirigimos a Vik para ver está población. Realmente tiene muy
poquitas cosas, salvo las playas de arena negra. Vik i Myrdal es pese a su
tamaño (300 hab) el lugar mas grande en 70Km. Está justo debajo del glaciar
Mýrdalsjökull que está encima del volcán Katla. El Katla no ha entrado en
erupción desde 1918, y el típico reposo de este volcán suele ser de unos 40
años con lo que se especula con que puede ocurrir pronto. Si sucede esto, las
riadas que se producirían por el deshielo del volcán se llevarían Vik por
delante (solo se salvaría la iglesia que está a lo alto).
Comimos en la
gasolinera N1 unas hamburguesotas. Como la marea estaba alta, no pudimos andar
por la playa hacía Reynisdrangar así que tuvimos que ir en coche. Reynisdrangar
es una playa de estacas de basalto bajo
la montaña Reynisfjall. La leyenda dice que las columnas se originaron cuando
dos trolls arrastraban tres navíos hacia tierra y cuando llegó la luz del día
se transformaron en piedra. Las columnas basálticas son muy impresionantes y lo
más común es hacerse fotos subidos a ellas, cual tronos de la edad media. Por
supuesto hay que sacarse una foto con los trolls de piedra. Si sigues por la
playa se llega a Reynisfjara que es otra playa de arena negra famosa por sus
olas peligrosas. Cuando llegamos nosotros nos encontramos con una especie de
carrera o convoy de 4X4 que fueron alrededor de toda la playa y luego
desaparecieron.
Cogiendo de nuevo
el coche para ir a Dyrhólaey y su faro nos los volvimos a encontrar, menos mal
que nos dio tiempo a subir hasta arriba porque el camino que lleva al faro es
un poquillo duro. Desde allí vimos su playa de arena negra con rocas solitarias
y su arco natural de lava negra de 120m de altura que da su nombre a la península.
Desde allí se ve el glaciar Mýrdalsjökull, las columnas de lava negra de Reynisdrangar
en el mar y la costa en dirección a Selfoss. Hacía un viento terrorífico, por
lo que sacamos unas cuantas fotos y nos fuimos.
Hicimos un breve
alto para ver el Eyjafjallajökull, ese volcán glaciar que en 2010 tuvo en jaque
a las aerolíneas Europeas. Es curioso ver fotos de la erupción porque toda la
nube de cenizas iba en dirección Europa y nada para Islandia (como decían las
camisetas “we haven’t any cash, but we have lot of ash”).
Vuelta a Hella,
donde dimos la tradicional vuelta al supermercado en busca del alimento nuevo
perdido, para acabar unos noodles que compramos (realmente asquerosos) y
disfrutar de otra noche de auroras. Esta noche vimos una de las auroras más
potentes, ya que justo se ocultó la luna cuando estaba en su máximo esplendor
(en las fotos se ven atisbos de rojo incluso).
1 comentario:
Qué hermosos paisajes ! Linda travesía !
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