El día 2 de Septiembre de 2013
empezaba nuestro viaje a Japón. Esa noche apenas dormimos 2 horas. Los nervios,
el insomnio y la inquietud por saber que nos encontraríamos allí. A las 7:30 de
la mañana salimos con nuestras dos maletas rumbo al aeropuerto. Volábamos con
KLM a las 10:25 con escala en Ámsterdam y llegaríamos a Tokio a las 8:45. La
verdad que el vuelo fue agradable, teniendo en cuenta que fueron más de 15
horas en el aire… pero nos íbamos a casi 10000 kilómetros de
casa. En el avión no paramos de comer y tomar líquidos e intentamos dormir lo
que pudimos (no creo que llegase a 5 horas descansando). Yo me puse la película
del Hobbit para con la banda sonora, dormirme mejor. Como curiosidad, la
familia española que viajaba en ambos vuelos detrás de nosotros durmió como un
lirón. Esos yo creo que durmieron mínimo 12 horas, y las que no durmieron
hablaban demasiado alto, con lo que a los que nos costaba dormir, no pudimos.
Cuando llegamos al aeropuerto de
Narita hicimos un poco el pardillo. En vez de salir e ir inmediatamente al
control de inmigración y a la aduana, fuimos al baño, intentamos coger WiFi
para avisar que habíamos llegado… Total que fuimos los últimos en llegar y nos
comimos una cola de una hora de espera. Y a partir de aquí encadenamos todas
las colas. En inmigración pusimos los dedos y poco más, en la aduana pasamos
nuestro embutido y frutilla. Después fuimos a cambiar efectivo, no mucho ya que al final
nos cogieron la tarjeta de crédito en casi todos los sitios y de ahí a la cola
del JR-Pass. Allí otra espera, con una chica muy maja que nos indicaba lo que
teníamos que rellenar y que sólo podíamos reservar el Narita Express de ese
día. Ya teníamos nuestro papelote para enseñar y pasar por todos los trenes JR.
Otra hora de viaje hasta la estación de Tokio y de ahí a Ueno.
En Japón hacía un calor húmedo
muy difícil de soportar y buscábamos la sombra donde podíamos. También el
problema es que salimos por la salida de la estación de Ueno que pensábamos que
estaba más cerca… pero todo es enorme. Además el GPS Osmand no nos funcionaba
bien y dimos vueltas alrededor del hotel. Suerte que un amable japonés al
vernos consultar un mapa nos ayudó con su movil GPS y nos ubicó. Milagrosamente
el Osmand se recuperó y nos llevó hasta el hotel New Izu Hotel. La verdad es
que parecía cutre a más no poder, pero luego no fue tantísimo... solo un poco.
Llegamos a las 13:30 pero no podíamos entrar hasta las tres y nos indicaron
amablemente que esperásemos. Con la paliza que teníamos y el calor de fuera nos
quedamos en los sofás. Pagamos con tarjeta, dándola con dos manos por supuesto
mientras vigilábamos con ojo avizor a otros guiris que pensaron lo mismo y no
hacían más que turnarse en el sofá masaje. Era graaaatis, así que no hacían más
que pasar una y otra vez. Nosotros tiramos de Wifi para mirar correos y
whatsapp y además nos comimos nuestros bocatas. La verdad es que tardaron menos
de lo esperado en darnos y a las dos y poco nos pudimos ir a las mini
habitaciones. Es Japón, todo es pequeño y las camas de matrimonio son de 1,20 metros de ancho.
Pero tenía Yukatas y la taza del inodoro con el chorrillo. Decidimos darnos una
ducha (después de 24h de la última no estaba mal) y luego ponernos a patear.
Habíamos quedado a las 18:15 en
Ikebukuru (esa zona nos la aprenderíamos bien en la segunda parte de la
estancia en Tokio) con nuestros amigos para llevarles "los presentes de la tierra”. Así que lo que
hicimos fue salir a las 16:00 para ver el parque de Ueno (donde hay sin techo a
tutiplén) y también ver cómo llegar a la estación sin dar tantas vueltas
(realmente estaba al lado el hotel). Lo que más nos sorprendió fue el calor.
Íbamos avisados pero ni aún así, pantalón corto y todo, pero era insoportable. En
el parque vimos los cuatro animales típicos japoneses: los cuervos (grandes
como gallinas), las chicharras (que parece que van a explotar del ruido que hacen
in crescendo) los mosquitos (que pican, dejan marquita, desaparece al día
siguiente y al otro bolón) y las libélulas (grandes como portaviones). También
vimos el cartel más gracioso del día “prohibido hacer karaoke”. Nos
imaginábamos a los adolescentes japoneses que les pillaba la policía
preguntando que llevaban en la nevera y ellos respondiendo, no, no es kalimocho
y cerveza… ¡mentira seguro que son los altavoces y alguno lleva el micro por
ahí! Jajajajaja.
En el parque vimos nuestro primer
santuario, el Benzaiten con Toriis y demás cosas. Nos hizo ilusión y sacamos
muchas fotos por ser el primero (realmente no tenía mucho). Luego siguiendo el
paseo fuimos al Santuario de Toshogu. Estaba bastante bien, con su camino con
linternas de piedra y bronce, sus origamis de papel, su campana y sus puertas
con paredes doradas… aunque había partes en obras. Aquí vimos a un monje en
vaqueros que se acercó a Julius a contarle una historia. Como todavía estábamos
españolizados, salió huyendo de este singular monje no nos fuese a timar. En
este momento vimos por primera vez las chicharras, más grandes que mis dedos. ¡Vaya
bicho! Como se hacía tarde pusimos rumbo hacia el JR. Ya íbamos reventados con
el jetlag, el calor y la paliza. Además llevábamos casi 4 kilos de peso
adicional. Cogimos el JR y rumbo a ver cosas japonesas.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1xDhrCAzDIU6ccR5sGUBvcC02vTwCF_pIZOC1I8G4AHZzAHdhDBmOEO9VopF0flH018sT4xnb05i19fpqgReSg5Fv8WAZCa7JP4vqwlCj-xgILMQ7z-IqC8HbVzz0ZhYI3K_CoA/s1600/IMG_3457_2.jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1xDhrCAzDIU6ccR5sGUBvcC02vTwCF_pIZOC1I8G4AHZzAHdhDBmOEO9VopF0flH018sT4xnb05i19fpqgReSg5Fv8WAZCa7JP4vqwlCj-xgILMQ7z-IqC8HbVzz0ZhYI3K_CoA/s1600/IMG_3457_2.jpg)
Habíamos quedado en el vagón 5 de
Ikebukuru aunque como somos así de listos cada uno esperaba en un sentido. Pasados unos minutos nos dimos cuenta de
nuestro error y nos encontramos los cinco. Después de los besos y abrazos,
procedimos a entregar nuestro paquete: Rico queso nacional, aliñado con algo de
jamón cortesía de sus padres y nosotros aportamos dulce, la fruta que no se
había aplastado en la maleta y unas gominotas hechas de fruta. (Si… la fruta es
un manjar en Japón).
En Ikebukuro nos enseñaron un
poco la zona. Las tiendas como el BIC camera, el don quijote, con muñecos del
line, juguetes sexuales y hasta ropa (un poco de todo que se dice), el uniqlo,
la tienda de hello kitty, el tokyu hands (con muuuuchas cosas de papelería), los
maid cafés… Aunque todas las japonesas van enseñando piernaca, en estos sitios
van vestidas con calzas y de doncellas. Uno de los sitios más entrañables fue
una tienda que vendía juegos de consolas antiguos e incluso maquinitas de
cuando teníamos 8 años estilo Donky Kong y marcianitos que hay que recoger.
Y como no sabíamos cuanto aguantaríamos,
fuimos a un family restaurant, Gusto, con ofertaza: beber lo que quieras
durante 2 horas (o más porque eres gaijin). Ahí nos pusimos hasta arriba de
fanta melón y calpis (una bebida con base de leche muy rica… si es sin
burbujas). Cenamos arroz, una especie de croqueta, gamba y pollo rebozado y
salimos por 980¥, muy económico. Ya de vuelta a coger el tren, nos pasamos por
el BIC camera para comprar una tarjeta de datos para Julius. Costó lo suyo y
eso sabiendo japonés… no veas como daban vueltas para encasquetarnos a otro
dependiente (un japonés no dice que no, pero remolonean a ver si te cansas tu
primero… no conocen a Julius). Al final nos mandó a la tienda de enfrente, en
la que después de otro rodeo nos vendió la tarjeta. Lo mejor para despacharnos
fue “para activarlo llamas a un teléfono y ya está”. Nos despedimos y nos
fuimos al hotel sobre las 22:00. Al día siguiente había que madrugar para ir a
Nikko. Eso si, esa noche la tarjeta de datos quedó activada. El recepcionista
del hotel buscó todas las excusas que pudo para intentar escaquearse, pero no
había otra. Había que llamar desde un teléfono móvil japonés (que era gratuito)
y, el principal problema, seguir unas instrucciones en perfecto japonés. Lo
dicho, al final se consiguió. Y de premio un masaje en el sofá que estaba
libre. Cuando subí arriba me dije, el yukata me lo pruebo para hacerme unas
fotos (con ojeras de oso panda) y pruebo otra curiosidad japonesa: el baño
(nada tiene que envidiar a las tres conchas de la peli de Demolition Man).
No hay comentarios:
Publicar un comentario